domingo, 24 de febrero de 2013

UN NUEVO PARLAMENTO


A veces, a un naide, le da por pensar soluciones a cuestiones, más que complejas, fundamentales, y claro, piensa... ¡no estás capacitado para tan alta empresa!. Sin embargo, bien mirado, por esa misma falta de capacidad y de responsabilidad, te puedes permitir el lujo de decir simplemente lo que piensas, sin ningún miedo a equivocarte, pues cada uno es muy libre de pensar lo que le venga en gana.
Así ando yo esta mañana, tras la resaca del #23F, sospechando que, una vez más, nuestras reivindicaciones caerán en saco roto.
Me invade una terrible sensación de impotencia. No sé vosotros pero yo tengo la impresión de que, tal y como están concebidas actualmente nuestras Instituciones, mucho de fondo habría que cambiar para recuperar o intentar lograr, de una vez por todas, que España sea, como bien dice la Constitución, un Estado “social”, “democrático” y “de Derecho”.
Como muchos de vosotros, supongo, creo que el problema fundamental que arrastramos casi desde el principio de la transición, es que, una vez superado el miedo al retorno a un régimen dictatorial y el escepticismo sobre lo que al país pudiera traerle la recuperación de los derechos y las libertades -mayormente las libertades-, etapa que se correspondió con el Gobierno de la UCD, en el país se ha establecido un bipartidismo connivente, que lejos de representar la pluralidad política, que reconoce también nuestra Constitución, se ha hecho con los hilos y maneja, ahora tú, ahora yo, nuestros destinos desde hace ya aproximadamente 30 años.
Soy de las personas que piensa que los conceptos de “derechas” e “izquierdas”, están un poco caducos, máxime si en este país, cuando pensamos en izquierdas, tenemos que pensar en el PSOE. Pues -que me perdonen los que se consideren rojos convencidos dentro del PSOE-, amen de una mayor tendencia a respetar derechos y libertades y de una mínima mayor tendencia a “favorecer lo público” (y esto tengo que ponerlo entre comillas por obvias razones, pues no en vano han sido impulsores de importantes motores de privatización), son defensores a ultranza del capitalismo más voraz y eso, desde mi ignorante punto de vista, poco tiene que ver con el obrero y nada o casi nada con socializar, salvo como mucho, como venimos viendo, las pérdidas.
Lo cierto es que España, sí dibuja un mapa de tendencias en el voto que, atendiendo al número, se aleja mucho de las posiciones que luego tales o cuales partidos ocupan en el Parlamento.
A nadie se le escapa que si no fuese por el sistema electoral que tenemos actualmente, el Partido Popular, ni de lejos hubiese podido permitirse el lujo de gobernar con mayoría absoluta, por Real Decreto, obviando las posturas y las reivindicaciones, no sólo del resto de sus “compañeros” de escaños de otros partidos, sino de millones de españoles que están a años luz de querer lo que ellos decretan y de estar de acuerdo ideológicamente con posturas que tan sólo esa mayoría absoluta, les permite imponer. Debe ser a lo que el actual Presidente llama haberle votado para que haga lo que está haciendo -sea esto lo que sea-, hacer lo que tiene que hacer -aunque sea lo contrario de lo que dijo- y contar con la confianza de todos los españoles -aunque sólo, a lo sumo, un tercio de ellos, haya votado al Partido Popular, si bien no dispongo ahora de cifras y me puedo equivocar-, y todo ello nos lo dice mayoritariamente desde la sede del Partido Popular y dirigiéndose a los militantes del Partido Popular (que ya manda huevos).
La supremacía de los Partidos regionales o nacionalistas, creo que también está fuera de toda discusión.
En fin, nada nuevo que no sepamos todos; así ha sido y será si el sentido común, no lo remedia antes.
Soy también de esas personas que cree en el consenso, en la capacidad de negociación y en la posibilidad de llegar a acuerdos que, cediendo un poco cada uno en sus posturas, puede permitir la convivencia pacífica si no, desde un exacerbado optimismo, feliz.
Porque, digo yo que algo habrá el ser humano evolucionado en todos estos siglos y de algo nos habrá servido tanta experiencia de enfrentamiento y guerra en los que, al final, perdemos todos menos los que negocian con ellas.
Creo que ya va llegando la hora de que el hombre demuestre que es un ser civilizado y que se distingue del resto de los animales, no sólo en que es racional, sino también en que es capaz de racionalizar sus sentimientos, sus buenos sentimientos y convertirlos en el motor de la civilización, en el motor del mundo (sí, lleváis razón, yo a veces, también dudo de que nos diferenciemos tanto del resto de los animales).
Volviendo a las soluciones, vayamos de nuevo al centro del problema. Para mi es claro. El 90% de las ideologías que defienden principios y valores, llamémosle de Derechas (lamentablemente, incluidos muchos de los que identifican estas derechas con la religión católica), se aglutinan en el voto al Partido Popular, mientras que los que defienden o creen en un mundo más social y de una mayor apertura ideológica, llamémosle izquierdas, andan desperdigados y agrupados en infinidad de siglas, que tal vez defienden también muy férreos principios diferentes, pero que, en definitiva, dividen ese voto hasta el infinito y mucho más. Y sin embargo, yo sí creo que esa pluralidad es buena, seguramente más constructiva que el hermetismo ideológico que concentra a la Derecha y a la derechona, que también, salvo casos muy radicales, se integra en el Partido Popular.
Lo cierto es que hoy por hoy, probablemente, para una mayoría de los españoles, no existen buenas ni verdaderas alternativas y se balancean del PP al PSOE sin que ninguno de los Gobiernos, de ninguno de los dos partidos, les haya ofrecido los resultados que esperaron al depositar su voto en una urna. A las pruebas me remito y su alternancia en el poder, así lo certifica.
Cada día somos más los que creemos que esto es el resultado de una Ley electoral -dañina e injusta para el ciudadano que no se identifica con ninguno de los dos partidos mayoritarios- que sería necesario cambiar, de forma que todos y cada uno de nosotros se viese representado en la misma y justa medida en nuestro Parlamento.
Muchas otras importantes reformas serían necesarias, empezando por una reforma constitucional que reflejase el verdadero sentir de la nación a día de hoy que, ni que decir tiene, nada tiene que ver con la España que intentó enterrar 40 años de dictadura, que se dividió territorialmente, que se abrió a Europa y al mundo y que en estos otros 40 años ha cambiado mucho en su forma de ser y en su forma de pensar. Nuevas generaciones necesitan nuevas propuestas. La Constitución que votaron en el 78 -que no yo, ni muchos de vosotros- ha sido tan desarrollada en sucesivas leyes, transposiciones de leyes y adaptaciones a leyes y tratados internacionales durante casi cuarenta años, que ya se le podría llamar “Mutación” más que Constitución porque, al menos yo, no encuentro en ella lo que evidencio en la realidad (por eso, a veces la llamo también Prostitución).
Esta claro que Partido Popular y Partido Socialista llevan años blindando su supremacía sobre el resto y que de ninguno de ellos va a partir ninguna de las reformas que garanticen el pluralismo político en este país, así que, sólo se me ocurre una posible solución: acudir a las próximas elecciones unidos en una sola opción de voto todos los partidos que aglutinen esas reformas que los españoles esperan para la regeneración política que necesitamos; la reforma necesaria para que los ciudadanos puedan estar representados y ejercer, honrada y equitativamente, la soberanía que les corresponde y con el compromiso de que, una vez obtenida la confianza de la mayoría -que creo se podría obtener-, y una vez llevadas a cabo las mínimas reformas necesarias para dicha regeneración política, disolverían de nuevo las Cortes y convocarían nuevas elecciones a las que cada sigla concurriría con sus programas y proyectos de políticas económicas y sociales, de forma que el ciudadano pudiera elegir para que le represente a aquel que diga lo que el diría y haga lo que el haría.
El resto del transcurso de la vida política, de la verdadera democracia en interés de los ciudadanos, habrían de lograrlo los pactos y los consensos porque, hablando se entiende la gente y no en vano, la reunión de los representantes de todos los ciudadanos, y no sólo el hemiciclo en que lo hacen, se llama PARLAMENTO.
¿Sería tan difícil en este estado actual de civilización del ser humano encontrar unos mínimos de acuerdo sobre lo que debería ser y representar la verdadera democracia?
Yo tengo fe en el ser humano y por ello creo que #sisepuede y ojalá no tengamos que esperar tres años.


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