domingo, 20 de mayo de 2012

BASTA DE RESIGNACIÓN


España, es diferente. Eso se suele decir y, por otra parte, es lógico. Pocos territorios en el mundo han recibido tantas y tan diferentes visitas de culturas diversas y sería poco inteligente no reconocer que muchas de dichas culturas, no sólo han dejado sus huellas, sino que durante siglos han llegado a ser y a formar parte de nosotros y son nuestra herencia genética, histórica y política. Es lo que yo pienso.
Como mis conocimientos históricos no son muy amplios y como, fundamentalmente, este blog sólo pretende ser un espacio de opinión, de reflexión y de comunicación con el resto de mis hermanos en este mundo, me voy a referir a la última etapa que nos ha tocado vivir y de la que sólo con observar y con formar parte de ella, me vale para sacar alguna que otra conclusión personal.
En este territorio del mundo que es España, en la que hoy en día están las cosas bastante revueltas, he observado una importante huella que el pasado nos ha dejado.
LA RESIGNACIÓN. Me pregunto de dónde procede esta resignación que hoy en día parece dominar el carácter del pueblo español y que está permitiendo cosas que yo, ni en la peor de mis pesadillas, hubiera pensado que llegásemos a permitir. Quizá es que aun soy muy joven.
Cómo soy Numantina, ni que decir tiene que a la época en que los Romanos pretendían conquistar nuestra tierra, no me puedo remitir, así que intento encontrar las respuestas en un pasado más cercano.
Se me ocurren dos tipos de resignación:
La resignación cristiana:
Indudablemente hay mucha gente católica en este país y el catolicismo, cómo todas las religiones, para perpetuarse en el poder utiliza la sumisión y la resignación de sus fieles que aprenden a aceptar los designios del señor ante cualquier adversidad y confían en que Dios proveerá. Cómo además Dios aprieta, pero no ahoga, pues ahí están hoy en día esperando la salvación divina. Es difícil separar lo que es del César y lo que es de Dios y ya se ha encargado la Iglesia y el Estado durante los últimos siglos de qué ambas cosas vayan de la mano y de qué los fieles confundan hasta los principios más básicos de sus creencias con los intereses -que representan todo lo contrario- de ambas instituciones. En fin, este tipo de resignación no tengo más remedio que aceptarlo e intentar poner mi granito de arena, como siempre, para que los buenos creyentes encuentren dentro de su corazón la salida de este bucle en el que dichas Instituciones les han metido. Está claro que Jesús, no se resignó más bien se dejó crucificar defendiendo sus ideales.
La resignación franquista: Cuarenta años de dictadura dejan mucha huella en un territorio y en las mentes de sus habitantes. Esta es la resignación de la impotencia y el terror ante un gobierno que utilizó la violencia y el miedo para conseguir que nadie que tuviese otra forma de entender la realidad, pudiera defenderla sin saber cuáles podían ser las consecuencias: la represión; desde la prisión, las palizas en los cuarteles policiales del régimen, hasta la pena de muerte o incluso hasta la muerte sin juicio, que de todo hubo. Hoy en día hay muy poca gente que todavía pueda pensar que esto no es cierto por más que intenten justificar que se hacía por el bien de los españoles. La gran mayoría en su fuero interno lo condena y me imagino que tan sólo algún tarado y por supuesto pensando en que pudiera formar parte del poder, podría querer hoy en día volver a esos tiempos de dolor, de falta de libertad, de miedo y de resignación.
Pero todo aquello, a tantos años vista de aquel horror, debería ya formar parte de la historia, que no caer en el olvido, que no es lo mismo.
Tampoco resulta extraño que hoy en día tengamos una monarquía parlamentaria que se utilizó para templar gaitas entre el miedo al pasado y la esperanza del futuro. Pero bueno, eso hoy es otro cantar.
Desde que en el año 75 el caudillo tuvo la bondad de dejarnos y marcharse de de este país -dudo mucho que si existe Dios, lo tenga en su gloria-, la mayoría de los españoles soñó con un país donde, dotándose de una democracia en la que la soberanía residiese en el pueblo, fuese gobernado desde la libertad. Donde, desde el derecho a la dignidad individual y colectiva, desde el respeto a los derechos humanos y a la diversidad, desde la igualdad, desde la búsqueda de una justicia social, se lograse el bienestar para todos. Y con esa intención, se dotó de una Constitución en la que la división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial, debía velar por su protección y en la que los Derechos recogidos en el Título I, no podían ser materia de Real Decreto. Una Constitución donde el derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, a una vivienda digna, etc. etc. por más que no tengan el mismo amparo del Tribunal Constitucional del que disponen otros derechos, no dejaban de ser derechos básicos y fundamentales de todos los Ciudadanos.
CÓMO VEO LA SITUACIÓN ACTUAL.
Los derechos fundamentales del Título I están siendo regulados mediante Reales Decretos merced al Ejecutivo que ostenta el poder y a la connivencia del resto de los que ocupan los asientos de los otros poderes: el Legislativo y el Judicial.
Nuestra soberanía, nuestra democracia, se está convirtiendo en una farsa.
Cada día es más palpable que el Partido Político que nos asfixia aprovechándose de su mayoría absoluta, la consiguió engañando a los ciudadanos, presentando un programa electoral oscuro que escondía unas políticas encaminadas a defenestrar y vender un Estado de Bienestar al que tenemos derecho y culpando a diestro y siniestro a quien sea, incluidos los propios ciudadanos a los que acusan de haber vivido por encima de sus posibilidades, mientras cada día vamos descubriendo que, de la ruina que hoy sufre el país, incluso me atrevería a decir el mundo, los responsables son los políticos, ambiciosos o egoístas o incompetentes, que han utilizado nuestra confianza en su propio beneficio y los banqueros y mercados que nos gobiernan manejando a su antojo a esos mismos políticos que dicen representarnos a nosotros, a los millones de ciudadanos cuya única responsabilidad es introducir cada cuatro años un papel en una urna. Eso sí, nosotros somos responsables por ello pero ellos ni son responsables de nada, ni por supuesto tienen ni idea de lo que es sufrir las consecuencias de esta crisis.
QUE PODRÍAMOS HACER
DEJAR DE RESIGNARNOS a que sólo nos permitan ejercer nuestra soberanía cada cuatro años y hacer real y efectivo el espíritu que dibujó nuestra Constitución.
Unirnos todas las personas de bien y gritar a una sola voz que queremos que este Gobierno dimita y que se convoquen unas nuevas elecciones en las que volvamos a votar, ahora sí, con mayor consciencia y mayor conciencia, y ratificar al Gobierno que ahora ocupa el poder, elegir otras alternativas o al menos obligarles a llegar a acuerdos.
No conseguiremos fácilmente que dejen de gobernarnos los mercados pero sí les diremos alto y claro a todos aquellos que se consideran nuestros representantes que somos nosotros los que ostentamos la soberanía y que sólo si defienden nuestros intereses nos representarán por más que puntualmente les otorguemos cierta confianza en que lo hagan.
UNÁMONOS TODOS PARA DEFENDER NUESTRA SOBERANÍA Y SALVAR NUESTRA DEMOCRACIA.
Y que ningún político dude ni por un instante que, si cualquier otro partido que pretenda conseguir el poder tiene intención de atentar de la misma forma contra la democracia, nuestra postura será la misma.
De momento, mucho más allá no vamos a poder llegar pero al menos habremos luchado, por y con dignidad, para conseguir verdadera justicia y verdadera democracia para el pueblo español.

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