martes, 24 de abril de 2012

LA DEMOCRACIA QUE HABITO


Cada vez que enfrento una publicación en este Blog, lo hago desde la más absoluta humildad. Al contrario que mucho otros seres humanos, conozco mi falta de formación y asumo mi ignorancia, por lo que todo lo que intento compartir tiene más relación con mi instinto que con mi sabiduría.
Dicho esto, intentaré haceros participes de lo que mi intuición me dice y mi corazón rubrica.
Durante muchos años he oído decir que la democracia no es un buen sistema pero que al menos es el menos malo de todos.
Hoy es el día en que estoy empezando a dudar de que todos los seres humanos estemos hablando de la misma “democracia”.
Que los ciudadanos puedan elegir a sus representantes y a sus gestores mediante las urnas, es bueno. Al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con nuestra monarquía, en la que el Jefe del Estado ha debido recibir una especie de designación divina para erigirse en la persona cuyos genes portarán, por los siglos de los siglos el derecho de representarnos, eso sí respaldados por no sé qué dignidad y en base a no sé qué capacidad; máxime cuando, por el momento, por supuesto, el hombre tiene prevalencia sobre la mujer, por más que ahora pretendan vendernos a Leonor como heredera y futura reina de España. Pero bueno, eso es otro cantar y no es hoy mi único propósito reivindicar de una vez por todas el derecho a que nuestra nación sea una república, como la justicia mandaría.
Hoy mi intención de concienciación, o de llamada a la reflexión, tiene más que ver con la idea que yo tengo de democracia y que poco o nada tiene que ver con la situación que nos está tocando vivir.
Elegimos a nuestros representantes en las urnas pero ¿quienes son ellos? Yo quisiera que fueran personas como tu o como yo, comprometidos con la propia democracia y comprometidos con la justicia y con la defensa de los derechos y libertades de la mayoría de los ciudadanos. Eso sí, no todos tenemos la misma forma de entender lo que es justicia ni entendemos igual la diferencia entre libertad y abuso ni la forma de llevar a cabo nuestros ideales para que todo funcione mejor.
Ahora bien, ¿quienes son las personas a las que damos nuestra confianza? Son personas a las que conocemos por sus actos, por sus trayectorias políticas o profesionales, por su humanidad, por sus méritos? Mi impresión es que no. Son las personas a quienes unos cuantos colocan en los primeros puestos de las listas electorales y cuyo, creo, mayor mérito consiste en demostrar a quienes tienen la potestad de ponerles ahí, que están dispuestos a obedecer la disciplina del partido político de turno y …. “santas pascuas plin”. No hay nada más. Bueno sí.... Una recompensa económica, una sustanciosa remuneración a sus servicios que, para colmo de males, pagamos nosotros, los sumisos votantes y los sumisos ciudadanos, y que hoy en día, más que una compensación por su dedicación a la contribución para una mejor organización social, se convierte en auténticos privilegios que cada día les alejan más y más de la realidad social de la gente normal y les convierte en auténticos egoístas sin escrúpulos. Dicho todo ello con el respeto que me merecen muchos otros que no responden a este esquema general, voy a la segunda parte.
Esto es así. Así es como este sistema está montado y el motivo por el que, por más que a esto se le llame democracia, yo sólo veo lucha de poderes entre unos partidos políticos y otros por conseguir el mayor número de votos posibles para luego hacer lo que les interesa sobre todo a ellos y a los que creen representar. Pero sí me asaltan las dudas de si esta forma de democracia es la que representa a los ciudadanos.
En los últimos meses, estoy asistiendo a la que considero la mayor estafa democrática que ha tenido lugar en España, al menos desde que yo tengo conciencia.
Vale que los Partidos Políticos presenten sus programas y sus candidatos y que la gente, mucha de ella incluso menos formada y preparada que yo, elija en las urnas quienes vayan a ser durante los próximos cuatro años los que dirijan sus destinos. Vale que aceptemos que todos pretendan llevarse el ascua a su sardina para tener el poder de decisión. Vale que nos engañen y manipulen para conseguir sus objetivos. Pero, ¿esto que es?. Esto es la gota que colma mi vaso. ¿Cómo admitir que el Gobierno actual, en cuatro meses, esté haciendo prácticamente todo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral? ¿Cómo admitir que derribaran un Gobierno desprestigiándolo por pretender iniciativas que nada más llegar al poder son las primeras que han llevado a la práctica? ¿Cómo admitir que es democracia la mentira, la manipulación y la prepotencia de una mayoría absoluta lograda mediante la amenaza de nubarrones y que ahora, tras conseguir la victoria, estén consiguiendo que nos caiga una tormenta?
Mi respeto a los valores democráticos me haría callar si no observase cada día quienes están siendo las víctimas de esta tormenta. Si viese que todos estamos padeciendo, en condiciones de igualdad, las consecuencias de una crisis, que no se muy bien de donde proviene ni cual es su objetivo pero que atenaza a una gran parte de las personas que habitan este planeta Tierra.
Pero esto no es así. ¡Abrir los ojos!. Ninguno de los que ocupan los asientos parlamentarios de las CCAA, del Estado, de las Diputaciones, de los Ayuntamientos, del Parlamento Europeo, de las Organizaciones Internacionales, de muchas ONG, de muchos Sindicatos, de grandes empresas, de la Banca Mundial, incluso de asociaciones ecologistas, etc. etc. tienen ni “puta idea” de lo que es la supervivencia. Y perdonar la vulgaridad de la expresión.
Sin embargo, yo, no quiero cargar las tintas contra quienes votaron a tal o a cual sigla o partido político, ni siquiera contra quienes, bajo el yugo de una patria, son engañados por los poderes reales: el dinero y el egoísmo.
Hoy quiero hacer una llamada, a todas esas personas que ocupan esos asientos, a la reflexión. De nada nos sirve votar al PSOE para que todo siga igual. De nada nos serviría que se repitieran unas elecciones donde el tablero de juego siguiera siendo el mismo. De nada nos servirá salir a la calle a gritar nuestra indignación, aunque debamos hacerlo porque poco más nos dejan hacer de momento, si ninguna de las personas que nos representan toma conciencia de cual es su misión en esta vida.
Me llamaréis utópica, idiota, inocente y no se cuantas cosas más, pero hoy quiero apelar a todas aquellas personas que han recibido la confianza de los ciudadanos a que recapaciten y se revelen contra las organizaciones que los utilizan para hacer cada día un mundo más injusto y más desigual.
Podemos hacerlo los ciudadanos, y que no duden que lo haremos, pero si alguno de ellos ha creído alguna vez en la democracia, es el momento de que se revelen contra su propia podredumbre porque para eso, el pueblo, titular de la soberanía, les ha elegido. Si a alguna de esas personas le queda dignidad, qué diga que la democracia no es eso.
No obstante, como yo no creo en ellos aunque cierto es que a algunos otorgué mi confianza, os animo a todas las personas a las que les importe la democracia a qué luchéis contra esta barbarie, a qué no esperéis cuatro años cuando ellos no han esperado ni cuatro meses y encima el resto les siga el juego. Cualquier forma de lucha, para mí, es legítima, excepto la violencia. Sé que hay montones de asociaciones, de grupos, de ideas. Hoy he leído un tweet que decía que hay quién está montando una Asamblea constituyente para cambiar esta Constitución y esta democracia por otra más justa y más social.
Os animo a todos y me uno a todos los que trabajen por una alternativa, porque es en nosotros en quienes reside la soberanía y nos pretenden encadenar para permitirles defender una injusticia en la que los más humildes somos las víctimas.



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